Una manera rápida de saber cuán macho es un hombre es medirle el dedo anular, y no hace falta recurrir a la quiromancia o cualquier otra superchería. A cuanta más testosterona haya sido expuesto en el seno materno, más largo será el dedo anular cuando el hombre sea adulto.
La mayoría de hombres tienen el dedo anular más largo que el índice, pero las mujeres tienen normalmente los dos dedos del mismo tamaño. John Manning observó que ello era una indicación del nivel de testosterona prenatal.
Pero ¿por qué ocurre esto? La razón hay que buscarla en los genes hox, que controlan el crecimiento de los genitales y también el crecimiento de los dedos.
Por esa razón, los hombres que tienen más riesgo de padecer autismo, dislexia, tartamudez o disfunciones inmunes (relacionadas todas con un exceso de testosterona prenatal) son hombres con los dedos anulares especialmente largos. También son hombres que acaban siendo padres de un número mayor de hijos varones.
Si tenéis los dedos anulares demasiado cortos, tampoco cantéis victoria. Entonces tendréis más riesgo de padecer enfermedades cardiacas y de tener problemas de infertilidad.
Esta relación entre dedos anulares y testosterona es tan elevada que Manning incluso se atrevió a predecir quién ganaría una carrera disputada por un grupo de atletas. Como la testosterona también tiene relación con los músculos masculinos, Manning acertó: ganó el que tenía el dedo anular más largo.
La longitud del dedo anular y, por supuesto, su huella dactilar se imprimen en el útero. Son productos del ambiente, porque sin duda el seno materno es el paradigma de la palabra “ambiente”. Pero eso no quiere decir que esas características sean maleables. Es más cómodo creer que el ambiente es más maleable que la herencia, y esto está erróneamente basado en la noción de que ambiente es todo lo que ocurre después del nacimiento y herencia lo que ocurre antes.